Colosenses 3:15
«Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.»
Reflexión bíblica de hoy:
¿Qué reina en tu corazón?
En un mundo que cambia con cada noticia, que corre con prisa y exige respuestas inmediatas, vivir con paz puede parecer un lujo.
Sin embargo, la paz que Dios nos ofrece no es un estado emocional frágil, sino un gobierno firme dentro del corazón.
No es algo que viene de fuera, es algo que se establece por dentro. Es Su presencia tomando el trono de nuestras decisiones.
Pablo no nos dice que simplemente sintamos paz, sino que dejemos que esa paz gobierne.
Es decir, que tenga la última palabra, que tome el mando cuando el caos interno quiera reinar.
¿Cuántas veces tomamos decisiones basadas en miedo, enojo, ansiedad o presión?
Cuando permitimos que la paz de Dios gobierne, aprendemos a esperar en Él, a discernir con claridad, a actuar con serenidad incluso en medio de la tormenta.
Pero esta paz no se compra ni se fabrica, se recibe. Nace de una vida conectada con Cristo, de una mente renovada por Su Palabra y de una voluntad rendida a Su propósito.
Cuanto más cerca caminamos de Él, más estable es la paz que sentimos.
Porque la paz de Dios no depende de las circunstancias, sino de Su fidelidad.
Y no solo eso: esta paz también nos llama a la unidad. Fuiste llamado a vivir en un solo cuerpo, como parte de una familia espiritual.
Eso significa que no puedes vivir en paz si estás en guerra con tus hermanos. Hay poder en la reconciliación, en el perdón, en la comunión.
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Cuando buscamos la paz de Dios, también debemos buscar la paz con los demás.
Por eso Pablo añade algo clave: “y sed agradecidos”. Porque la gratitud alimenta la paz.
Es muy difícil vivir con ansiedad cuando entrenamos el alma a dar gracias.
La gratitud es un ejercicio espiritual que cambia la perspectiva. No niega los problemas, pero reconoce las bendiciones.
No elimina el dolor, pero recuerda las promesas. Cuando somos agradecidos, el corazón se vuelve más ligero, más enfocado, más sensible a la voz de Dios.
Si hoy te sientes confundido, temeroso o cansado, pregúntate:
¿quién está gobernando en mi interior? ¿Es la paz de Dios o la presión del entorno?
¿Es Su voz la que guía mis pasos o el ruido de mis emociones?
Recuerda que tienes acceso a un Rey de paz que no se altera, que no se retrasa y que jamás pierde el control.
Rendir el corazón a la paz de Dios es un acto diario. Es detenerse, respirar, orar, y volver a enfocar.
Es confiar en que, aunque no todo esté resuelto, Él está obrando. Y mientras tanto, dar gracias. Aun cuando no entendamos. Aun cuando duela.
Porque la gratitud y la paz caminan de la mano, fortaleciendo el alma para seguir adelante.
Hoy puedes tomar esa decisión: dejar que Su paz gobierne.
No como una visita ocasional, sino como el Rey que se sienta en el trono de tu corazón y guía cada parte de tu vida con amor y propósito.
¡Dios te bendiga!
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