La visita de María a Elisabet

Día 2 Lecturas de Navidad, La Visita de María a Elisabet, diciembre 17 (2024)

En el relato evangélico, la visita de María a su pariente Elisabet es un episodio lleno de significado, revelando la maravillosa obra de Dios en la vida de dos mujeres que llevaban en sus vientres a dos personajes fundamentales en la historia de la redención: Jesús y Juan el Bautista.

Este encuentro, registrado en el Evangelio de Lucas (1:39-56), es un testimonio conmovedor de la comunión y la bendición que resulta de la obediencia y la fe.

Después de recibir la extraordinaria noticia de que sería la madre del Salvador, María, llena de gozo y amor, se embarcó en un viaje hacia la región montañosa de Judea para visitar a su pariente Elisabet, quien también estaba experimentando un milagro divino en su ancianidad al llevar en su vientre al precursor de Jesús, Juan el Bautista.

Lecturas de navidad

El momento en que María entra en la casa de Zacarías y Elisabet está lleno de emoción y alegría.

Elisabet, llena del Espíritu Santo, reconoce la presencia divina en María y proclama: «Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre» (Lucas 1:42).

Este reconocimiento no solo destaca la bendición especial de María, sino también la bendición universal que trae consigo la encarnación de Jesús.

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      Un momento extraordinario ocurre cuando Elisabet exclama: «Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, el niño saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo» (Lucas 1:41).

      Juan el Bautista, aún en el vientre de su madre, reconoce la presencia de Jesús, su Señor y Salvador.

      Este evento prenuncia la conexión especial entre estos dos primos y la obra única que llevarán a cabo en la historia de la salvación.

      El encuentro de María y Elisabet culmina con una hermosa expresión de alabanza y adoración conocida como el Magníficat.

      Este cántico, registrado en Lucas 1:46-55, refleja la profunda gratitud y conciencia de María de la magnificencia de Dios y la importancia de Su plan redentor.

      En sus palabras, María proclama la grandeza del Señor y Su papel en la historia de la salvación.

      Reconociendo la humildad de su propia condición, María exalta la misericordia y el poder de Dios.

      El Magníficat no solo es un cántico de alabanza, sino una declaración profunda de la obra transformadora que Dios realiza en aquellos que le sirven con humildad y obediencia.

      El encuentro entre María y Elisabet lleva consigo un mensaje atemporal sobre la importancia de la comunión y el aliento mutuo en la fe.

      En un mundo lleno de desafíos y pruebas, la conexión entre creyentes puede ser un faro de esperanza y fortaleza.

      Así como María y Elisabet compartieron sus experiencias divinas, nosotros también estamos llamados a alentarnos mutuamente en la fe y celebrar las obras de Dios en nuestras vidas.

      La visita de María a Elisabet es más que un relato histórico; es un testimonio vivo de la obra milagrosa de Dios en la vida de aquellos que le sirven con fe y humildad.

      Nos recuerda que la comunión entre creyentes, el reconocimiento de la obra de Dios en los demás y la alabanza a nuestro Señor son elementos fundamentales en la experiencia cristiana.

      Que este encuentro entre María y Elisabet inspire nuestra propia búsqueda de comunión, aliento y alabanza en nuestra jornada de fe.

      Que nuestras vidas reflejen la alegría y la gratitud que fluían en ese hogar en Judea hace más de dos mil años.

      ¡Bendito sea el fruto de tu vientre, Jesús, y benditas sean todas las mujeres que, como María y Elisabet, siguen al Señor con corazones llenos de fe y obediencia!

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